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1 mar 2013

MARCILESE: LA FUGA QUE NO FUE

Las nuevas causas penales que se tramitan en su contra, que derivarán en inminentes condenas, hicieron que Pedro Julio Marcilese tratara de escribir un nuevo capítulo en su historial delictivo: la Brigada de Investigaciones de la Policía de la Provincia desmanteló un aceitado plan de fuga que incluía un escape desde el hospital San Bernardo durante Navidad con la ayuda de paramilitares extranjeros.

Aunque aún pasa sus días como un preso vip, no podrá salir del penal de Villa Las Rosas. Según las previsiones meteorológicas, el invierno 2013 será uno de los más crudos de los últimos 100 años, invierno al cual Don Pedro deberá ponerle el cuero y no podrá esquivar. Sin dudas, seguirá recluido en el penal de Villa Las Rosas cumpliendo su condena después de haberse burlado de la justicia salteña, quien le había otorgado una oportunidad al concederle la prisión domiciliaria en el año 2004, beneficio este que desperdició ya que habría cometido nuevos delitos fuera de la cárcel.

Recordemos que tras ocho años de pasar sus días en una lujosa vivienda en la localidad capitalina de San Luis, un informe televisivo reveló la violación sistemática de la prisión domiciliaria por parte de Marcilese. Siendo irrebatible el incumplimiento de la ley, el mismo juez que le otorgó en 2004 la prisión domiciliaria lo envió de nuevo a la cárcel, para que cumpla su condena por haber mandado a matar al abogado Miguel de Escalada en 1993. 

El condenado sigue sin adquirir la capacidad de comprender y respetar la ley, ya que en diciembre de 2012, Don Pedro, como era conocido en sus tiempos de libertad, habría descuidado intencionalmente su salud, lo que derivó en una afección a las vías respiratorias, induciendo así su traslado al Hospital San Bernardo. Sin embargo, de acuerdo con altas fuentes policiales, el traslado “no era casual”, ya que estaba “todo orquestado para que el reo lograse ejecutar una fuga digna de una zaga televisiva norteamericana”. Menuda sorpresa se llevó Don Pedro cuando al arribar al nosocomio detectó una inusual cantidad de guardiacárceles y policías de la Provincia. El grupo Lagarto y el grupo GOPAR estaban presentes también. 

Pedro Marcilese pudo darse cuenta que su plan de fuga estaba acabado antes de comenzar; diez efectivos en el exterior del Hospital, cinco en el pasillo y tres dentro de su habitación, y todos con armamento de elite y agradecidos de no poder festejar la navidad con sus familias. Esto nunca fue visto en la custodia de un enfermo. Si bien es cierto que las fuerzas policiales no requisaban a los galenos antes de entrar a la habitación donde se encontraba el detenido, los custodios le solicitaban que bajo ningún concepto debían meter sus manos en los bolsillos y que todos los elementos necesarios para la atención debían estar de una manera muy visibles en sendas bandejas. 

Inteligencia policial había detectado que Pedro Julio Marcilese habría tomado contacto con el líder de un grupo paramilitar de un país vecino y habrían diseñado un plan: siete personas en dos vehículos robados y con todo tipo de armamento, se desplazarían hasta el hospital y reducirían a la custodia normal de un reo internado, dos guardias, y así, en la noche de Navidad, Marcilese estaría libre. 

El plan consistía que luego de abandonar el nosocomio, se desplazarían hacia el norte en los vehículos robados para dejarlos abandonados. Mientras tanto entre cohetes y festejos navideños, en sentido contrario, hacia el sur y en una traffic pintada como ambulancia, con sirena y todo, llevarían al reo hasta una provincia vecina. 

Luego de un tiempo en algún aguantadero, Don Pedro abandonaría el país. De allí que el plan se financiaría con futuras operaciones de secuestros y extorsiones en contra de todos aquellos que se interpusieron en el camino de Don Pedro. El trabajo de investigación llevado a cabo por la Brigada de Investigaciones de la Policía de la Provincia fue brillante, ya que los efectivos policiales descubrieron la novedad a través de internos del penal, a los cuales Marcilese no habría precisamente beneficiado, ya que es considerado “un buchón privilegiado” por la población carcelaria. 

Don Pedro se encuentra alojado en el pabellón “I” de la cárcel local, destinados a aquellas personas que recién ingresan al penal, sin que nadie pueda explicar por qué el condenado no es trasladado al pabellón “B”. En el pabellón “I” Marcilese goza de TV, frigobar, estufa, kitchenette, baño privado, y de las mejores bebidas y comidas, lo que causa gran malestar en la población carcelaria. Si bien sería inminente el cambio de pabellón, también sería inminente el inicio de una investigación por parte del Fiscal de Causas Policiales y Penitenciarias, a fin de determinar quién es el responsable de  otorgarle estos privilegios VIP al condenado, mas cuando no le corresponden. 

Al  día de hoy Don Pedro sigue en una carrera incontrolable de cambio de abogados, los cuales se presentan en los expedientes, los estudian y concluyen en que Don Pedro es el “gran simulador” y si bien Don Pedro sigue sumando, no deja de restar. 

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