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19 dic 2013

LEO NECESITA AYUDA

Viviana Carrasco es la mamá de Leo Albornoz, un chico discapacitado que tiene muchas necesidades insatisfechas. “Necesito un baño grande para Leo. Lo baño en el suelo”, dio a conocer.


Soplan aires navideños. Muchos sentirán en este tiempo la enorme necesidad de desconectarse del estrés diario. Sentirán la necesidad de conectarse con algo más profundo y humano. Con la solidaridad, por ejemplo. A esos corazones va dirigida esta historia. A los que abrirán el paréntesis necesario para guardar las luchas propias, y empuñarán las comillas y las mayúsculas para escribir un párrafo en la vida de la familia Albornoz Carrasco que, con enorme dignidad y fortaleza, atraviesa momentos complicados, con muchas necesidades casi nunca satisfechas.

Es que el centro de la vida de los Albornoz Carrasco es Leonardo Gabriel, un joven de 20 años que nació el 28 de julio de 1993 con distrofia muscular congénita y generalizada en todos sus miembros y extensiva al tórax y columna. Su mamá, Viviana Carrasco tiene 47 años y dedica la vida al cuidado de su hijo discapacitado. Todos los días reza de rodillas para tener fuerzas por un problema cardíaco que padece. “Sufro de mucha arritmia, me pongo morada con el esfuerzo, me descompongo porque se me baja mucho la presión”. En estas condiciones resulta una hazaña el día a día de esta mamá que no se aparta un instante del hijo necesitado y que, aunque parezca increíble, duerme en una silla reposera todas las noches porque no tiene una cama chica para poner al lado de la cama especial que usa Gabriel.

A este sacrificio inexplicable se suman docenas de otros inombrables renunciamientos diarios. El más importante ahora es el que hace Viviana a la hora de bañar a su hijo inmóvil de 20 años, 1,75 metros de altura y 52 kilos de peso. El joven no se puede sentar, el baño es muy estrecho para tener alguna chance de entrar una camilla a la ducha y, aunque golpee el corazón, hay que decirlo: Viviana acuesta a Leonardo Gabriel sobre el piso del baño y lo higieniza con la ayuda de uno de sus otros dos hijos, menores que Gabriel. “No tengo por qué ocultarlo, lo hago con todo mi amor”, dijo.

Luego de tres notas publicadas por El Tribuno con la historia de Leonardo Gabriel Albornoz Carrasco, fueron cuantiosas las expresiones comunitarias de compasión y solidaridad. Desde el Gobierno provincial enviaron a su casa del barrio San Ignacio una asistente social que constató la realidad copada de limitaciones de esta familia, compuesta por mamá, papá y tres hijos, y nada más se supo después. La ayuda oficial quedó suspendida en el área de los deseos, en la lista de “pendientes”, en el cuaderno que se olvida en algún cajón de la laberíntica administración pública.

Y ante esta realidad rebota la pregunta inevitable: ¿cuánto puede costar un baño que le daría calidad de vida a Gabriel y a su familia? Quizás unos $40.000 pesos alcanzarían. Y es mucho dinero para Viviana que no tiene ingresos fijos, pues el marido, de 66 años, vive de changas esporádicas. Se queja con razón esta sufrida mujer porque nunca consiguió ni una pensión por discapacidad para su hijo, que la ayudase a prorratear algunos gastos.

$40.000 es mucho dinero para los Albornoz Carrasco, pero ante la indiferencia de un Estado ausente, tal vez los salteños (y quienes lean y se conmuevan), puedan poner pocos pesos que se sumen para cubrir una necesidad básica que ya tomó ribetes de utopía para Viviana, que sigue bañando a Gabriel en el suelo. Para colaborar con Leonardo y su familia, quién pueda debe comunicarse al (0387) 4352753 o concurrir a manzana 26E casa 5 del barrio 555 Viviendas de San Ignacio. También se puede hacer un depósito en la caja de ahorro Nº 11083449 del Banco MasVentas.

Leonardo concurre a Sisca (Sistema Integral para la Salud Cubano- Argentina), donde recibe un tratamiento intensivo de masoterapia integral refleja, encaminado a posibilitar su recuperación motriz general. Según su mamá, está ayudándolo mucho. “Ahora van a tratar de pararlo pero se necesita una camilla especial de bipedestación y no tengo idea cuánto cuesta. Sé que no la puego comprar”. Reconoce: “El grado de discapacidad que tiene Gabito es total, pero el tratamiento le ha hecho muy bien, el tenía los pies y las manos torcidas, los ojitos cruzados y ahora esta mucho mejor, yo lo veo día a día”.

Y se lamentó: “Mi mayor problema es que no tengo ni un subsidio, ni una pensión y necesito ayuda para el tratamiento de mi hijo. No puedo creer que nadie se apiade de mi hijo. A veces no tengo ni para comprar yogur y eso le hace bien para ir de vientre, de lo contrario tengo que hacerle enemas todos los días”.

Difícil imaginar las penurias cotidianas de esta madre heroica que no baja los brazos ante el hastío que provoca la burlona indiferencia.

Difícil olvidar esta historia. Prohibido olvidarla.

Queda hecha la invitación a recordar que Leonardo Gabriel existe y necesita de manos tendidas y generosas.

Queda pendiente la plegaria de su madre por cada corazón solidario que acuda en auxilio de esta vida que, sin proponérselo, enseña a bendecir en esta Navidad la propia historia, y a elevar gratitud por las cruces que a cada uno le toca cargar.

Fuente: Diario El Tribuno

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